Desde la década de los 90, el desarrollo de la tecnología ha ido modificando el concepto que tenemos de las ciudades. Además de todas las innovaciones y de los continuos avances tecnológicos, el notable aumento de la población mundial y la escasez de recursos han sido algunas de las principales causas de esta evolución.
Es una obviedad que esta limitación de los recursos obliga a la sociedad a reinventarse y a modificar su planteamiento de vida. El objetivo de este cambio debe ser siempre dirigir nuestra forma de vivir hacia un crecimiento sostenible, de manera que las ciudades sirvan como infraestructuras para reducir el consumo energético y disminuir las emisiones de CO2.
El término “Smart City” hace referencia a un sistema de elevada complejidad basado en interconexiones que aplican las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) para gestionar diversos aspectos de las ciudades. Entre otros, destacan el empleo eficiente de recursos, la mejora de los sistemas de transporte público y privado, el aumento de la seguridad en términos de protección civil o la mejora de los sistemas de comunicación de incidencias.
Si estableciéramos un ranking de las Smart Cities más innovadoras a nivel mundial, algunas ciudades como Nueva York, Tokyo, París, Londres o Zúrich estarían encabezando esa lista. A la hora de valorar una Smart City, hay que tener en cuenta diversos aspectos como la gobernanza, la gestión pública, la movilidad y el transporte, la planificación urbana, el medioambiente, la tecnología o la cohesión social.
Según un estudio realizado por la OCDE, se estima que para el año 2050 habrá aproximadamente un 70% de la población mundial residiendo en las ciudades.
Según un estudio realizado por la OCDE, se estima que para el año 2050 habrá aproximadamente un 70% de la población mundial residiendo en las ciudades. Esta cifra resulta alarmante si se tiene en cuenta el impacto medioambiental que podría conllevar, por lo que algunas organizaciones como Naciones Unidas o la Unión Europea se han visto obligadas a tomar medidas encaminadas hacia un crecimiento sostenible contemplando las Smart Cities como el principal motor de este cambio.
Sin embargo, la implementación de las TIC en las ciudades no es una tarea sencilla, dado que requiere de un trabajo exhaustivo por parte de los distintos gobiernos y un compromiso total de sus ciudadanos. Este cambio puede conllevar un largo proceso de adaptación, pero las ventajas que pueden derivar de desarrollar ciudades más eficientes y cuidadosas con el medio ambiente son ilimitadas.