Es un hecho que el patinete eléctrico se encuentra en una línea muy fina en lo que a cuestiones legales respecta. Este alternativo VMP (Vehículo de Movilidad Personal) que cada vez está más presente en las grandes ciudades de nuestro país, ofrece una alternativa de movilidad limpia y útil para recorrer distancias cortas, pero también representa una fuente de polémica y su prohibición definitiva podría llegar en los próximos años.
La DGT ya ha anunciado que la velocidad máxima que se permitirá para estos VMP será de 25 km/h, y quedará totalmente prohibido utilizarlos para circular sobre las aceras. Esta nueva norma ha causado algo de revuelo entre algunos de los principales fabricantes, dado que algunos de ellos centran su propuesta de valor en la potencia y en la velocidad de sus modelos.
Con este nuevo reglamento, los VMP quedarán definidos como vehículos que tienen permitido circular a una velocidad de entre 6 y 25 km/h. Esto supone una modificación sustancial, dado que este tipo de vehículos solían considerarse de Tipo B, y a partir de ahora podrían ser exigidos de una reglamentación adicional.
Respecto a las normas que deben seguir los conductores de estos VMP, estas son muy similares a las establecidas por tráfico. Esto implica que los conductores de estos patinetes eléctricos tienen completamente prohibido el uso de dispositivos móviles, el uso de auriculares o circular con más personas de las establecidas por la ley.
De cara a aquellos fabricantes cuyos modelos superan los 25 km/h (en algunos casos estos patinetes llegan hasta los 45 km/h), este nuevo reglamento no implica su completa prohibición. Sin embargo, para evitar incidentes desafortunados, estos modelos dejarán de pertenecer al grupo de los VMP, y sólo podrán llevarlos aquellas personas que tengan un permiso especial, además de las homologaciones correspondientes.
Lo que un día comenzó como una propuesta de movilidad ecológica perfecta para las grandes ciudades, se ha convertido en un verdadero problema para la seguridad de la ciudadanía. Solo nos queda esperar para saber si estos dispositivos acabarán formando parte de las ciudades en el futuro, o si todo quedará en una moda pasajera con fecha de caducidad.