En el año 1988, Rusia y China ya comenzaron a barajar la posibilidad de llevar a cabo la construcción de un puente que uniera las fronteras de ambos países. El objetivo de este proyecto no era otro que el de mejorar los accesos para el transporte de mercancías, algo que resultaría tremendamente beneficioso para ambas partes.
Sin embargo, no fue hasta 28 años más tarde, en 2016, cuando por fin se puso en marcha este ambicioso proyecto. Tras tres años de duro trabajo, la semana pasada se dio por concluida la construcción del puente, y todo apunta a que este estará completamente operativo desde principios del próximo año.
Este nuevo puente cruza el río Amur, el cual separa las regiones de Blagoveshchensk (extremo oriental de Rusia) y Heihe (norte de China). Respecto a su extensión, el enlace completo tiene una extensión total de casi 20 kilómetros, de los cuales 7 pertenecen a China y los casi 13 restantes al gigante ruso.
En 1988, cuando aún podían verse camiones rusos atravesando el río congelado para llevar madera, cemento y fertilizantes a China, el comercio entre ambas potencias ya se estimaba en 1.800 millones de dólares (sólo en ese año).
Blagoveshchensk y Heihe ya eran considerados puertos comerciales aliados desde hace años, y los carteles de información y tráfico de las ambas regiones podían leerse tanto en chino como en ruso. En 1988, cuando aún podían verse camiones rusos atravesando el río congelado para llevar madera, cemento y fertilizantes a China, el comercio entre ambas potencias ya se estimaba en 1.800 millones de dólares (sólo en ese año).
En 2018, el valor monetario de las transacciones entre ambas ciudades superó los 100.000 millones de dólares, cifra que aumentará notablemente como consecuencia de esta novedosa construcción. Las estimaciones apuntan a que aproximadamente de 800 automóviles cruzarán el puente cada día, entre camiones, autobuses y vehículos particulares (unas 5.500 personas en total).
En cuanto al coste de esta obra de ingeniería, la construcción del puente ha supuesto un total de 355 millones de dólares, de los cuales una parte importante fue adelantada por un banco chino que apoyó inicialmente el proyecto. Sin embargo, fue Rusia quien tuvo que hacer frente a la mayor parte del pago (aproximadamente un 70%), dado a que la mayor parte de esta construcción ocupa suelo ruso.
A pesar de que el coste de este proyecto es elevado, si tenemos en cuenta el volumen de comercio que generará esta construcción en el futuro, pronto nos damos cuenta de que no se trata de un gasto, sino de una importante inversión. Miles de productos terminados y materias primas circularán por este puente diariamente, por lo que se trata de un proyecto esencial en lo que respecta a las transacciones comerciales entre ambas potencias.