Hace apenas tres semanas llegó a nuestros smarthphones el nuevo fenómeno viral de la mano de FaceApp. Aunque el lanzamiento de esta aplicación tuvo lugar en 2017, el nuevo filtro de edad que integra desde hace unos pocos días ha marcado un nuevo hito en todas las redes sociales, y es que esta novedosa funcionalidad permite a los usuarios hacer una especie de simulación para comprobar el aspecto que tendrán dentro de varias décadas (tomando como referencia una fotografía actual).
Este nuevo filtro ha tenido una gran aceptación desde su lanzamiento, pero transcurridas unas pocas semanas los usuarios se han dado cuenta del riesgo que supone para ellos esta aplicación en términos de privacidad. Como suele ser habitual, los usuarios tendemos a ignorar los famosos términos y condiciones de uso de estas apps, sin percatarnos de que estamos concediendo permiso a estas plataformas para efectuar acciones que podrían suponer una amenaza inminente para nuestra privacidad.
En este caso en particular, los términos y condiciones de uso estipulaban que la empresa propietaria de FaceApp tenía permiso para darle cualquier tipo de uso comercial a las imágenes editadas por la aplicación. Este dato nos permitió comprender el motivo por el que la aplicación es completamente gratuita, y es que FaceApp ya ha recopilado más de 150 millones de fotos desde que salió al mercado.
Como suele ser habitual, los usuarios tendemos a ignorar los famosos términos y condiciones de uso de estas apps, sin percatarnos de que estamos concediendo permiso a estas plataformas para efectuar acciones que podrían suponer una amenaza inminente para nuestra privacidad.
Diversos rumores apuntan a que algunos de los destinatarios de estos bancos de imágenes son los gobiernos de Estados Unidos y Rusia, con el claro objetivo de estas fotografías sirvan de entrenamiento para los algoritmos de reconocimiento facial que llevan desarrollando durante años. Aunque esto pueda resultar alarmante, este tipo de prácticas no constituyen ningún tipo de acción ilícita, dado que una vez más son los propios usuarios quienes han firmado tal consentimiento al aceptar los términos y condiciones de uso de la aplicación.
La verdadera fuente de polémica parte de la base de que FaceApp en ningún momento ha notificado a los usuarios qué tipo de datos que se están recopilando exactamente ni la manera de acceder a los mismos. Este tipo de prácticas atentan directamente contra el RGPD (Reglamento General de Protección de Datos), por lo que algunas otras aplicaciones como Facebook, Instagram o WhatsApp han habilitado la posibilidad de que sus usuarios puedan descargar una copia de seguridad de todos sus datos.
Sin embargo, esto no significa que las personas que no han caído en el fenómeno FaceApp estén exentas de todo peligro. La política de datos tiende a ser la misma en casi todas las aplicaciones; una vez has compartido un dato, este pasa a ser propiedad de la plataforma con carácter definitivo.
En resumen, aún existe una gran incertidumbre en lo que a este tipo de cuestiones respecta, y es que los usuarios siguen teniendo muchas dudas acerca del uso que se le da a sus datos una vez son compartidos. Tras unos pocos años de adaptación a esta nueva era digital, los usuarios finalmente han comprendido que todas esas aplicaciones aparentemente gratuitas en realidad tienen un coste, y ese coste son los datos y la información que ellos mismos comparten en este tipo de plataformas.