Normalmente, cuando hablamos de dos campos tan distintos como la tecnología y el arte, la percepción más inmediata es que están muy lejos el uno del otro, y no se nos ocurre que pueda existir ninguna relación entre ambos. Sin embargo, en los últimos tiempos, y gracias a los avances tecnológicos, la simbiosis entre arte y tecnología empieza a cobrar relevancia.
La restauración artística a menudo es un proceso minucioso y complejo, pero actualmente y con la ayuda de nuevas herramientas tecnológicas podemos restaurar y recuperar esculturas, pinturas, libros y elementos arquitectónicos de forma eficaz y precisa.
Una de las grandes alternativas que se empezó a usar desde finales de los años 20, fue el empleo de rayos X, una tecnología que nos ha dado mucha información y nos ha revelado interesantes secretos sobre obras y modificaciones que el pintor fue introduciendo en ellas. Sin embargo, a día de hoy contamos con algunas técnicas muy innovadoras como:
Los escáneres en 3D de largo y corto alcance, que ayudan a mejorar los procesos de análisis de la obra de arte y a la difusión de la obra en medios virtuales e interactivos.
La ablación láser: Es el empleo de pistolas láser utilizadas en la restauración de piezas artísticas que se calibran con la exactitud y que volatilizan la capa de suciedad sin dañar la pieza. Esta técnica no contamina, y reduce los costes de tal forma que hace viables proyectos de restauración hasta ahora casi imposibles.
Emisores de ultrasonidos: Los expertos ya no solo los encuentran útiles en medicina, puesto que además de eliminar las piedras en los riñones, también han resultado muy efectivos para limpiar obras sensibles al agua.
La limpieza criogénica: Otra técnica muy sorprendente es la proyección de hielo seco a 80 grados bajo cero y a velocidades de hasta 1000 kilómetros hora. Este tipo de limpieza se aplica sobre piedra, marfil, metales e incluso libros antiguos dado que no deja ni un ápice de humedad.
Otro singular avance, es el que está desarrollando el químico británico Scott Mitchell con nanomateriales y materiales con propiedades antimicrobianas y anticorrosivas, que garantizan la protección de las superficies pétreas y el papel.
Muy curiosa resulta también la técnica desarrollada por el científico de CSIC Ángel Larrea, quien ha descubierto la manera de descifrar la microestructura de objetos de cerámica de lustre, logrando que se pueda conocer su trazabilidad y distinguir piezas auténticas de falsas.
A pesar de que estas son solo algunas de las nuevas técnicas aplicadas a la conservación del patrimonio cultural, resulta interesante ver como tecnología y arte caminan juntos por la misma senda y logran que podamos seguir disfrutando durante mucho tiempo de tanta belleza.