A raíz de la crisis del Covid-19, en más de 200 países de todo mundo se han tomado importantes medidas para luchar contra la expansión del virus y para tratar de reducir su impacto. Sin embargo, estas medidas de confinamiento y de restricción de la movilidad ciudadana han supuesto también un cambio drástico el estilo de vida de muchas ciudades.
Todos somos conscientes de que esta crisis sanitaria mundial ha planteado uno de los escenarios más extremos y complicados que recuerda nuestra memoria, y es que se trata de un problema de salud pública mundial que también traerá consecuencias muy negativas para los ámbitos económico y social. Ante semejante situación, resulta muy complicado ver el lado bueno de las cosas, pero si lo hacemos pronto nos damos cuenta de que esta situación ha sido favorable para el medioambiente.
En lo referente a este asunto, el aspecto más positivo ha sido la disminución del nivel de contaminación de las ciudades. Acontecimientos como la reducción en la producción de fábricas, la disminución del transporte aéreo y terrestre, la bajada de las emisiones de gases de efecto invernadero, o la cancelación de eventos multitudinarios, han permitido una mejora sustancial de la calidad del aire.
La pregunta es, ¿Es posible un cambio radical y sistemático hacia una modo de vida más sostenible después de esta crisis sanitaria?
A pesar de que muchos de estos hechos han resultado beneficiosos para el medioambiente, la lógica nos dice que cuando la situación pase a estar controlada todo volverá a la normalidad. Esto incluye la contaminación, que ha estado presente en nuestro planeta durante mucho tiempo, y cuyos niveles se han incrementado de forma crítica durante los últimos años.
Un hecho sin precedentes como este debería servir para hacernos reflexionar y replantearnos nuestro estilo de vida. Al fin y al cabo, aunque es imposible mantener unos niveles de contaminación tan bajos una vez que nuestra vida vuelva a su curso, sí que podemos poner todos de nuestra parte para que la situación no vuelva a ser tan grave como lo era anteriormente.
En otras palabras, ahora que podemos disfrutar de un aire mucho más freso y renovado, es el momento perfecto para aprovechar la situación y para garantizar que las cosas no vuelvan a descontrolarse. Al fin y al cabo, todos somos habitantes de este planeta, y tenemos la obligación de cuidarlo lo mejor que podamos.