Algunas compañías líderes del sector tecnológico, ya estaban implementando el teletrabajo en parte de su plantilla (o planeaban hacerlo en un futuro). A raíz del confinamiento provocado por la pandemia mundial del COVID-19, organizaciones de todo el mundo se han visto obligadas a realizar este experimento a marchas forzadas y, en algunos casos, los dueños de estos negocios han quedado satisfechos con los resultados.
Por ejemplo, en el caso de Twitter, la dirección de la compañía ya ha comunicado a su plantilla que no es necesario que vuelvan a trabajar de forma presencial nunca más. Por su parte, otras empresas del sector se han fijado el objetivo de que una parte importante de sus plantillas esté teletrabajando de aquí a unos pocos años (como es el caso de Facebook, que quiere que para el año 2030, el 50% de sus empleados esté operando bajo esta metodología).
A raíz de esta situación, existe la posibilidad de que en unos años desaparezcan algunos de los clusters tecnológicos, incluso el archiconocido y poderoso Silicon Valley. En estas áreas, se concentran las sedes de algunas de las empresas con mayor estatus y poder del sector tecnológico, además de algunos de los mejores profesionales que forman parte de este.
Es evidente que el hecho de no tener a todos los empleados ubicados en un mismo lugar de trabajo tiene sus inconvenientes (las reuniones no son tan eficientes, se pierden sinergías, etc.). No obstante, se ha comprobado que la implementación de esta metodología de trabajo puede implicar unas ventajas que en muchos casos pesan más que estos inconvenientes.
La primera ventaja es indudablemente el acceso al talento. Al fin y al cabo, algunos profesionales de gran cualificación rechazan la oportunidad de formar parte de algunas de estas empresas por circunstancias personales. Por ejemplo, si tienen que cuidar de un familiar que reside en otra localidad, o si su pareja tiene una oportunidad de trabajo en otro lugar, entre muchas otras.
El segundo beneficio, además del más evidente, es el enorme ahorro en costes que el teletrabajo supone para las empresas. Esto se debe a dos cuestiones:
En primer lugar, el precio de alquiler o compra de edificios en estos clusters es muy elevado, sin olvidar su mantenimiento. De esta manera, si no fuera necesario tener a los empleados concentrados en una ubicación física común, las empresas empezarían a preescindir de sus oficinas (sin perder ese status o reputación que caracteriza a los negocios propietarios de estas instalaciones).
Por otro lado, si muchos trabajadores se trasladan a otras regiones cuyo coste de vida es significativamente menor, los salarios de estos también sufrirán ajustes. Además, dado que cada vez más profesionales podrán acceder a estos puestos, la competencia será mayor (aunque sí es cierto que se trata de puestos que requieren un elevado nivel de cualificación).
Como último beneficio, hablaríamos del salario emocional. Aunque esto no es un beneficio para la empresa, sino para el trabajador, a menudo suele traducirse en un aumento de la productividad (aunque no siempre).
Por ejemplo, en caso de que la jornada del trabajador se vea afectada por problemas personales o cualquier otro tipo de cuestión, este puede recuperar las horas de su jornada en otro momento. Este nivel de flexibilidad no siempre es posible con la metodología de trabajo convencional, dado que a menudo la jornada se ve limitada también por el horario de cierre de las instalaciones.