Los titulados universitarios que comenzamos a estudiar la carrera en el año 2000 y nos decantábamos por una titulación de humanidades o ciencias sociales a menudo nos tocaba escuchar « ¿Y eso tiene salidas ?´´. Recuerdo que las carreras de moda y mejor vistas en la época eran las tecnológicas. En aquella época ser ingeniero o arquitecto era “el no va más”, ya que entre el boom de la construcción y la fama de bien pagadas que tenían esas profesiones, mucha gente se animaba a estudiar las denominadas carreras tecnológicas o STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas).
Sin embargo, con la llegada de la crisis económica, el sueño de escoger una de estas profesiones se vino abajo y empezamos a ver como los ingenieros y arquitectos se quedaban en paro o encontraban trabajos mal remunerados. Todo esto, sumado al gran esfuerzo que supone terminar una titulación tan difícil, más la falta de orientación y el gran desconocimiento sobre las oportunidades laborales que ofrecen estas titulaciones, hace que muchos de nuestros jóvenes decidan estudiar otras carreras.
Hace unos meses, el Ministerio de Educación publicaba unos datos que reflejaban que, entre 2010 y 2017, las matriculaciones en grados de ingeniería y arquitectura han caído un 28%. Sin embargo, la demanda de profesionales de este tipo no para de crecer, y existen al menos 10.000 vacantes en el sector tecnológico español que no se cubren por falta de cualificación, según indica la patronal de empresas tecnológicas DigitaIES.
Sin embargo, con la llegada de la crisis económica, el sueño de escoger una de estas profesiones se vino abajo y empezamos a ver como los ingenieros y arquitectos se quedaban en paro o encontraban trabajos mal remunerados.
Entonces, ¿Por qué ha caído tanto el interés por estos estudios entre los jóvenes? Una de las primeras explicaciones es que con la crisis se murió su buena fama, además si nos fijamos en qué tipo de materias se estudian en primaria, secundaria y bachillerato podemos ver claramente como las asignaturas de tecnología brillan por su ausencia,salvo alguna optativa. Igualmente, es destacable el hecho de que el 73% de los alumnos de secundaria reconoce tener dificultades para entender las matemáticas, y todo eso sumado a la desorientación que sufren los jóvenes al terminar el bachillerato, está consiguiendo que el interés de estos se dirija a otro tipo de carreras de la rama sanitaria o de ciencias sociales.
En conclusión, nos encontramos ante un complicado panorama en el cual debemos poner todo nuestro esfuerzo y afrontar el reto de la transformación digital en los colegios donde los profesores deben formarse mejor en tecnología y matemáticas y mejorar los programas de la titulación de Magisterio en materias técnicas. Además, se debería contar con un departamento especializado en orientación académica y profesional con el objetivo guiar a los alumnos y prepararles para su salida al futuro mercado laboral.