La seguridad vial ha sido un motivo de preocupación de la Unión Europea desde hace años. Esto se debe a que los accidentes de tráfico representan una de las principales causas de muerte en todos sus países miembros y, aunque las estadísticas de los últimos años han mejorado considerablemente, aún estamos lejos de reducir a cero el número de muertes y lesiones graves en carretera.
Los legisladores de la Unión Europea aprobaron hace apenas dos semanas la introducción de una serie de sistemas de seguridad que integrarán todos los coches que se fabriquen a partir de mayo de 2022. Estas medidas, que forman parte del programa “Europe on the move”, tienen como objetivo crear coches proactivos que ayuden a prevenir el máximo número de accidentes posible.
Uno de los sistemas de implementación obligatoria más destacados ha sido la incorporación de la caja negra. Este dispositivo, que ya se integra en aviones desde finales de la década de los 50, registra todos los datos del vehículo para que sea posible su recopilación en caso de accidente, facilitando así la investigación de sus causas.
Una de las medidas más polémicas ha sido la pre-instalación de alcoholímetros en los coches, de manera que si el sistema registra una tasa de alcohol por encima de la permitida, el vehículo permanecerá estacionado y no se podrá arrancar. Aunque a priori puede parecer una medida algo extrema, la pre-instalación de este sistema es la única manera de garantizar que el conductor se encuentra en un estado de sobriedad antes de arrancar su vehículo.
Algunas medidas que ya disponen muchos de los vehículos son: el frenado de emergencia, asistente de velocidad inteligente o los detectores de fatiga.
Entre otras medidas, han destacado también los sistemas de emergencia avanzada, los detectores de fatiga, el asistente inteligente de velocidad o la mejora de los cinturones y protección completa de los ocupantes del vehículo en caso de colisión. Con la finalidad de cuantificar el objetivo de estas medidas, la UE estima que podrían salvar aproximadamente 7.300 vidas y evitar 38.900 lesiones graves entre 2020 y 2030, aunque el objetivo a largo plazo es reducir a cero la tasa de muertes por accidente de tráfico.
Algunas empresas del sector automovilístico han querido ser partícipes de esta iniciativa aprobada por la Unión Europea. Es el caso de Volvo, que ha tomado la decisión de limitar la velocidad máxima de sus vehículos a 180 km/h a partir de 2020. Aunque esta cifra supera el límite estipulado por la Dirección General de Tráfico, es una clara muestra del grado de implicación de la compañía con la seguridad vial.
En caso de que el acuerdo se ratifique, las medidas de implementación de estos sistemas de seguridad entrarían en vigor en mayo de 2022 para los vehículos que aún no están en producción, y en mayo de 2024 para los coches que se comercialicen a partir de esa fecha.