Las redes sociales están cada vez más presentes en nuestra vida, y se podría decir que su presencia ha tenido un impacto notable en la manera en la que nos comunicamos. En la actualidad, estas plataformas son espacios online en los que creamos y mantenemos relaciones, proyectamos nuestra propia imagen e identidad, y en ocasiones expresamos pensamientos o compartimos nuestro punto de vista sobre algún tema en concreto.
Sin embargo, con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de lo importante que es hacer un uso moderado y responsable de este tipo de plataformas, y de la necesidad de fomentar estas buenas prácticas entre los jóvenes. El problema radica en que durante la fase de la adolescencia, las personas aún se encuentran un período de desarrollo tanto emocional como psicosocial, y las redes sociales pueden tener un impacto negativo en lo que a su salud mental respecta.
Ansiedad, depresión, o dificultad para conciliar el sueño son algunos de los problemas a los que se enfrentan nuestros jóvenes como consecuencia del uso frecuente de redes sociales. Además, algunas de estas plataformas son escaparates en los que las personas comparten los momentos más emocionantes de su vida, por lo que en ocasiones resulta inevitable echar un vistazo a los perfiles de otros usuarios y hacer comparaciones.
Facebook ha decidido tomar cartas en el asunto y ha puesto en marcha un experimento para tratar de reducir en la medida de lo posible esta presión social que sufren los jóvenes ante esta situación. Para lograrlo, la compañía empezó a llevar a cabo una serie pruebas durante el pasado mes de julio en Instagram, una de las plataformas más populares en la actualidad (la cual ya cuenta con más de 1.000 millones de usuarios en todo el mundo).
Facebook ha decidido tomar cartas en el asunto y ha puesto en marcha un experimento para tratar de reducir en la medida de lo posible esta presión social que sufren los jóvenes ante esta situación.
Este experimento se llevó a cabo en cinco países distintos, y se basó en ocultar el número de likes que tiene cada publicación (excepto para el usuario que publica la imagen). De esta manera, muchos jóvenes se quitaron un gran peso de encima, dado que dejaron de preocuparse de no recibir un feedback positivo en sus publicaciones y de la necesidad de sentir la aprobación de los demás en base a un número determinado de likes.
Mia Garlick, Directora de Facebook de Australia y Nueva Zelanda, dijo que uno de sus objetivos era hacer de Instagram un lugar de expresión personal en el que la gente se sienta cómoda. De esta manera, Garlick mantiene que gracias a esta medida, los usuarios empezarán a compartir las cosas que les apetezca compartir, sin pensar en la opinión ni en las reacciones de terceros.
Cuando parecía que esta era una medida positiva para todo el mundo, nos olvidamos de un colectivo que podría salir bastante perjudicado, concretamente el de los Influencers. Esto se debe a que, aunque el número de seguidores sigue siendo una métrica importante a la hora de fijar sus tarifas, muchos de ellos son remunerados en función del engagement (nivel de interacción) que sean capaces de generar, por lo que esta medida podría afectar a sus números considerablemente.
El like genera una especia de “efecto llamada”, y es que cuando un usuario está revisando su feed y encuentra una publicación con un número considerable de likes, este se sentirá más motivado a hacerlo él mismo. Por consiguiente, en caso de que el número de likes deje de ser visible, es más probable que muchos usuarios dejen de dar “me gusta” a algunas publicaciones al no producirse tal efecto, lo que tendría un impacto directo en el nivel de ingresos de los Influencers.
Por el momento esto sólo se trata de una prueba, aunque Facebook ya ha confirmado que lo que comenzó como un experimento en cinco países, ya ha empezado a implementarse en perfiles de todo el mundo. Hasta el momento, el feedback ha sido muy positivo, por lo que es bastante probable que esta medida deje de ser una prueba y se materialice en toda la comunidad instagrammer.