La revolución tecnológica está creando oportunidades y desafíos en todos los sectores sin precedente alguno. El campo de la medicina no está exento de este cambio, dado que las continuas innovaciones y el desarrollo tecnológico están permitiendo avances que parecían impensables hace unos años y que podrían aumentar nuestra esperanza de vida considerablemente.
Uno de los mayores problemas de salud que afronta la medicina en la actualidad son los infartos de miocardio. Esta enfermedad viene ocasionada por la obstrucción de las arterias del corazón (arteriosclerosis coronaria) y tiene como consecuencia la interrupción del riego sanguíneo. Respecto a sus causas, el detonante del infarto de miocardio suele ser la acumulación de placas de colesterol, lípidos y células inflamatorias en las paredes de las arterias.
El impacto de esta enfermedad para la salud pública es devastador, siendo la primera causa de muerte tanto para hombres como para mujeres en todo el mundo. En nuestro país, aproximadamente 15.000 personas mueren cada año a causa del infarto de miocardio, y esta situación es aún más extrema en otros países como Estados Unidos, donde se estima que fallece una persona cada 40 segundos como consecuencia de esta enfermedad.
Estas estadísticas resultan aún más alarmantes cuando tenemos en cuenta el hecho de que no existen donantes de corazón suficientes para todas las personas que necesitan un trasplante. Esta complicación a la hora de afrontar la enfermedad ha llevado a científicos de todo el mundo a buscar una alternativa mucho más ambiciosa, la creación de un corazón bioartificial humano. Aunque todavía no se ha materializado esta posibilidad, se estudian tres posibles alternativas que podrían revolucionar el ámbito de la medicina tal y como lo conocemos.
Esta complicación a la hora de afrontar la enfermedad ha llevado a científicos de todo el mundo a buscar una alternativa mucho más ambiciosa, la creación de un corazón bioartificial humano.
La primera opción se basa en la utilización de impresoras 3D con materiales inorgánicos, aunque por el momento resulta prácticamente imposible emplear estos sistemas para la creación de tejidos cardíacos. El problema radica en que las células cardíacas musculares (cardiomiocitos) son extremadamente delicadas y necesitan unas condiciones muy específicas para sobrevivir, por lo que es muy complicado llevar a cabo la impresión sin deteriorarlas en el proceso.
La segunda alternativa es la de la decelularización y la recelularización, y se basa en la extracción de las células del corazón de un cerdo (puesto que el corazón porcino es bastante similar al humano en estructura) con el objetivo de obtener el esqueleto fibroso y sustituirlas por células humanas. Esta posibilidad aún está muy lejos de materializarse, puesto que aunque la primera parte del proceso es relativamente sencilla, colocar las células humanas de manera que estén coordinadas y funcionen correctamente es una tarea de elevada complejidad.
La última opción hace referencia a la utilización de quimeras, que son organismos que poseen células con ADN procedentes de varios individuos. Este fenómeno no se suele dar entre individuos de una misma especie, pero es aún más inusual para individuos de especies tan distintas como el cerdo y humano. Sin embargo, en el año 2017, un grupo de científicos del Instituto Salk lograron crear quimeras cerdo-humanas a través de una serie de técnicas de modificación genética, teniendo como objetivo conseguir que algunos cerdos puedan desarrollar corazones humanos de forma natural durante el embarazo.
Por el momento, no se contempla que ninguna de estas alternativas llegue a la clínica en un futuro próximo, puesto que aún es necesario perfeccionar varios detalles y adquirir muchos conocimientos sobre esta materia. No obstante, se sabe que es muy probable que estos avances puedan revolucionar el ámbito de la medicina en un horizonte temporal más amplio.