Todos hemos escuchado alguna vez la frase “Es mejor prevenir que curar”. Esta se puede aplicar a un gran número de ámbitos, pero si hay un ámbito en donde encaja a la perfección es en el campo de la ciberseguridad.
Son muchas las amenazas que pueden comprometer la seguridad de los sistemas y equipos de una empresa (malware, fuga de información, intrusión…). Por ello, es importante no sólo tener un plan o protocolo para poder afrontar este tipo de situaciones, sino que es fundamental tomar las medidas necesarias para tratar de mitigar los distintos riesgos que existen.
Pero, ¿Cómo puedo preparar mi organización para un ataque?
El primer paso para proteger tu organización no es otro que el de completar la primera fase de un análisis de riesgos, es decir, llevar a cabo un estudio de las amenazas. Para hacerlo, sólo tienes que contactar con nuestro equipo de especialistas, aunque si no dispones de los recursos suficientes siempre tienes la opción de utilizar una herramienta de autodiagnóstico.
Posteriormente, deberás evaluar los riesgos en base a los resultados obtenidos en la fase previa, y valorar dos aspectos; por un lado, la probabilidad de que se materialice cada amenaza y, por otro, el nivel de impacto que podría tener cada una para tu organización. Una vez comience el proceso de toma de decisiones, puedes ayudarte con un Mapa de Riesgos.
Estos mapas te permiten evaluar y representar de una manera más visual los datos obtenidos durante el análisis de la fase previa, de manera que puedas seleccionar la gestión adecuada para cada riesgo en particular. En estos, a menudo se utilizan varios colores con el objetivo de identificar los distintos niveles de riesgo (bajos, moderados, altos, o extremos).
Gestión de riesgos
Una vez has extraído las conclusiones más relevantes a partir del Mapa de riesgos, la organización puede tomar una de las siguientes vías para gestionar el riesgo en cuestión:
- Aceptación del riesgo: El único escenario en el que suele ser conveniente escoger esta alternativa, es aquel en el que el riesgo en cuestión es de baja probabilidad y bajo impacto. Es decir, aquellos casos en los que, en caso de que se materializase la amenaza, los daños o perjuicios causados serían muy leves.
- Eliminación del riesgo: Se trata de la opción opuesta al caso anterior. En aquellas situaciones en las que la probabilidad y el posible impacto de una amenaza son muy elevadas, deberás modificar tus procesos para evitar ese riesgo (y en los casos que sea necesario, abandonar el elemento o método en cuestión).
- Mitigación del riesgo: Esta es la alternativa perfecta para aquellos casos en los que el riesgo es muy probable, pero su impacto para la organización es bajo. En este supuesto, tendrás que implementar medidas técnicas y organizativas que contribuyan a eliminar dicho riesgo o, en su defecto, minimizar sus efectos todo lo posible.
- Transferencia del riesgo: Se trata de la opción por excelencia en aquellos casos en los que la probabilidad del riesgo en cuestión es media o baja, pero su impacto para la organización es muy elevado. Ante esta situación, una buena alternativa es la de contratar los servicios de un tercero que se comprometa a reparar los daños, por ejemplo, una compañía aseguradora de este ámbito.
Ahora ya sabes cómo puedes gestionar un riesgo en tu organización, protegiendo al máximo los distintos equipos y sistemas de esta. Si quieres profundizar más en lo que respecta a este asunto, o quieres agendar una reunión con uno de nuestros especialistas, escríbenos a través de nuestra página de contacto.